sábado, 18 de septiembre de 2010

Jimi Hendrix, la invención del fuego


Este homenaje comenzó a gestarse hace unos cuantos años, a la salida del Celarg. Específicamente, tomó forma en un par de ojos. Acabábamos de ver el archiconocido video The Monterey Pop Festival, y entre algunas de sus imágenes rescatábamos el maratónico cierre de Ravi Shankar, el ímpetu de Otis Redding y, sobre todo, la cara estupefacta de Mama Cass (vocalista de The Mamas and The Papas), mientras escuchaba la interpretación de "Ball and chain" por parte de Janis Joplin. Esa misma expresión se dibujaba en el rostro de Anna María Zía (instructora de inglés y caro ejemplo de la gorda bella, como el de Mama Cass pero con cintura, aparte de bella en verdad) para abordar la actuación de Jimi Hendrix, quien en medio de la gran rivalidad con The Who escenificó quizá su más famosa quema de guitarra. "Todo un acto de amor", sentenció la profe, con el añadido de sus ojos, probablemente reflejos del fuego psicodélico que ha orientado mis andanzas desde el vinilo de Smash Hits, primer disco de la estrella en mis manos, hasta el álbum Valleys of Neptune, lanzado en marzo pasado.

Años más tarde, en la revista Gadfly On Line, especializada en interesantes temas sobre arte y cultura pop, descubrí una reseña del talentosísimo Al Kooper -fundador y genio de Blood, Sweat & Tears, entre otros logros- sobre la salida al mercado del paquete The Jimi Hendrix Experience, contentivo de cuatro discos y un libro publicados en 2000, la cual decidí traducir para un día como hoy, a cuatro décadas de la muerte de Hendrix y con la duda razonable rondando aún en los laboratorios de teoría de la conspiración: junto con la acusación de negligencia médica en la ambulancia que lo llevó hacia el hospital donde aguardaba, en atenta vigilia, un séquito integrado entre otros por los vernáculos hermanos Spiteri, luego del ahogo en vómito producto de una sobredosis con pastillas y alcohol (versión hasta ahora oficial), un libro del roadie James "Tappy" Wright (Rock Roadie, 2009) añade una supuesta confesión por parte de Mike Jeffery, representante artístico de Hendrix, quien le habría suministrado la mezcla letal para cobrar una jugosa póliza de seguros de la cual era beneficiario, luego de que el artista le anunciara su despido. Jeffery murió dos años después, pero su asistente Trixie Sullivan adujo una coartada española (Jimi murió en Londres, el 18 de septiembre de 1970).

No podía faltar el testimonio audiovisual: una presentación de The Jimi Hendrix Experience en la televisión británica ("Hey Joe" y el cover de Cream "Sunshine of Your Love") que contó con la cantante Lulu como anfitriona, y un emotivo collage de imágenes con el fondo de "Bold as Love" -donde lamentablemente faltan los últimos segundos pero suficiente para incluir un variado compendio de imágenes y videos, cual recorrido previo al último suspiro-, en una versión (take) alternativa e inédita para entonces, perteneciente a la antología (que no debe confundirse con la reciente West Coast Seattle Boy, de características similares) descrita en el texto a continuación.




The Jimi Hendrix Experience
[Título original: The Jimi Hendrix Experience]

por Al Kooper

Jimi Hendrix incorporó a nuestras vidas el fuego de una supernova, originada en el agujero negro de algún universo desconocido. No se trataba de otro Elvis ni mucho menos de otro Beatle, pero lo cierto era que todo lo que giraba alrededor de Hendrix parecía de otro mundo. Su comprensión de los sonidos y de cómo su relación con la música podía potenciarse a niveles insospechados no tenía parangón. Hendrix fue capaz de convertir el lenguaje no verbal en ráfagas que se retroalimentaban, como emulaciones de la guerra; sus notas elegantes y únicas constituyeron un fiel reflejo de la época que le fue dado vivir. Antes de que su genio alcanzara la madurez (murió a los 27 años), dejó notorios destellos del cometa que vemos sólo una vez en la vida. Un auténtico extranjero para su tiempo, cuya inmortalidad algunos han tratado inútilmente de minimizar.

Actualmente se gesta una gran expectativa alrededor de Jimi Hendrix, el ícono. La apertura de The Experience Foundation Museum en Seattle (o como quiera llamársele[1]), los eventos en torno al trigésimo aniversario de su muerte (18 de septiembre de 2000), las versiones remasterizadas del catálogo y los ridículos maratones de VH-1 con la lista de los presuntos mejores 50 o 100 guitarristas forman parte del momento ideal para el lanzamiento de un paquete de lujo como éste: The Jimi Hendrix Experience, una caja con cuatro CD y 56 temas, 40 de ellos inéditos (si no se toman en cuenta los publicados anteriormente en formato pirata, además de los títulos repetidos dentro de la misma serie), piezas alternativas como el take 18 de “Foxy Lady”, temas nunca oídos (a título póstumo, tanto jams como básicos) y mixes alternativos (gime me a break!), desplegados a lo largo de los cuatro compactos. El paquete completo está contenido en una caja púrpura cachemira (lo más probable es que no quepa en un estante tradicional de discos) e incluye el libro de rigeur, con hermoso diseño y un total de 80 páginas.

Bueno, aparte del hecho de que Universal Records nunca me contratará como asesor publicitario, sin duda cualquiera supondrá que el pesado set no ha dejado satisfecho a quien escribe. No podemos esperar que nuestros ídolos prematuramente fallecidos nos dejen un legado artístico en su totalidad bajo el cuidado de una discográfica rapaz (ver “Buckley, Jeff”[2]). Originalmente, Reprise Records tuvo bajo su responsabilidad el catálogo de Hendrix en Estados Unidos durante su vida y varios años después de su muerte. Pero, a principios de los setenta, el reclamo del productor independiente Alan Douglas, quien adujo derechos sobre un lote de jams inéditos de Jimi, provocó una agria disputa legal con sus familiares. Luego de muchos años y querellas, el panorama logró aclararse mas no para Reprise, que salió con las manos vacías.

Entonces aparece Universal (antes MCA), haciendo borrón y cuenta nueva, así como escaso énfasis en campañas publicitarias, como las que hizo Reprise tres décadas atrás. Sin embargo, la presentación en cajas de terciopelo con su libro respectivo está rematándose [3] al precio de 69,99 dólares. Este año, Reprise Records probablemente gaste cuatro veces más en la promoción del sencillo conjunto entre Eric Clapton y B. B. King que Universal en la que se supone una monumental recopilación de Hendrix.

Entonces, ¿que ganarás con este disco, obtenido con el sudor de tu frente? Precisemos. De buenas a primeras, alrededor de un tercio del material fue grabado en vivo, y algunas piezas provienen de performances -con defectos de sonido- en los festivales de Monterrey, Rainbow Bridge e isla de Wight. Muchas de las selecciones se repiten en varias versiones: se recogen dos en cada una de “Purple Haze”, “Hey Joe”, “Burning of the Midnight Lamp”, “Little Wing”, “In From the Storm” y “Room Full of Mirrors”. Muchos de esos cortes han circulado ampliamente como grabaciones piratas durante años. Otros han aparecido como parte de videos en concierto. En realidad, ésta no es la clase de regalo que uno daría a cualquier die-hard fan de Hendrix, que haya tenido que abrirse camino entre un montón de melodías disponibles para llegar a los pocos tesoros que él/ella posee.

Por otro lado, ¿que sabemos acerca del libro? Desafortunadamente, los comentaristas Dave Marsh y John McDermott caen en más de un lugarcomún. Por ejemplo, leemos que “If 6 was 9” representó otro audaz y creativo salto hacia adelante para Jimi y que “Foxy Lady” fue uno de sus temas más provocadores. Y mi favorita: “Sobre todo, estas grabaciones de Hendrix, particularmente con lo que [el ingeniero Eddie] Kramer ha sido capaz de incorporar usando la tecnología actual, son de tan alta calidad como la de todas que cualquiera escuchó en los sesenta”. Bien…, yeah. (¿Y lo que Sam Phillips hizo con Elvis en los cincuenta sin usar la tecnología actual?) Vaya clase de notas, suscritas por dos de los más enterados y orientadores críticos de rock, además de hendrixófilos empedernidos. Sin embargo, el mismo libro nos pasea por una serie de raras y hermosas fotos, muchas de ellas desconocidas para mí.

Si usted no posee los discos piratas, si puede disfrutar dos versiones de un surtido de canciones bajo el mismo techo, y si no es un excelso coleccionista pero quiere mantenerse a la par de sus vecinos, entonces bájese con los 69,99 dólares. (Al menos el paquete no está empañado con temas de Curtis Knight [4], algo por lo que podemos estar agradecidos.) Después de todo, ¿quién realmente no aprecia lo que es Jimi Hendrix?

No ha habido otro como él, ni ningún otro guitarrista que desde entonces se haya aproximado a las innovaciones provenientes de su caja de herramientas sensoriales y sonoras. Pero el material de primera línea que Hendrix dejó en su discografía apenas excede los tres primeros álbumes producidos en su totalidad por Reprise, además del elepé Band of Gypsys (original de Capitol). Si pensamos un poco, quizá debiéramos ignorar esta caja de The Jimi Hendrix Experience y así negarnos a premiar a sus responsables (o crypt keepers). Ellos han exhumado los huesos de una obra cuyo lanzamiento fue más apropiado como producto pirata, y aquí gritan su venta en atractivos empaques. Créanme, los que perpetraron este paquete are "experienced" [5] -mas no a la manera de Jimi- pero están obligados y determinados a ondear muy en alto su caja púrpura cachemira, en este período fiscal.

(Traducción de J. M. Guilarte)
gadflyonline.com, enero-febrero de 2001




[Notas del traductor]

[1] Actualmente se denomina Experience Music Project, que junto con el Science Fiction Museum and Hall of Fame ocupa un edificio de tendencia vanguardista en Seattle, diseñado por Frank Gehry en honor al legado de Jimi Hendrix.
[2] Jeff Buckley (1966-1997), cantautor y guitarrista estadounidense de gran reputación por la factura de su voz e influencia dentro de su generación, ahogado en el río Wolf de la ciudad de Memphis, bajo extrañas circunstancias y en la cúspide de la fama.
[3] Las cursivas son mías.
[4] Curtis Knight and The Squires, banda en la que Hendrix tocó durante 1965.
[5] En referencia al álbum Are you experienced, con el que The Experience debutó en 1966.

2 comentarios:

  1. Hey, Joe, what you doin with that gun in your hand?... A los 40 años de la muerte de este fenómeno, creo que la traducción que nos consigna JM nos devuelve a esa sonoridad de Hendrix, muchas veces descrita como un sonido que explota, que se extrovierte y tiene una onda de expansión nunca oída en el R&R, aunque parezca increíble, con todo y la distorsión y el volumen. Excelente.

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  2. Es cierto, K. Cada vez me consigo más personas que aprecian la música y la técnica de Jimi Hendrix a pesar de la distorsión. Bueno, ya están acostumbrados a sus aportes en muchos ámbitos de la cultura popular. Gracias, man.

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