martes, 5 de marzo de 2013

Otro revés para los teóricos de la conspiración




La protesta de los encadenados se mantenía tibia, entre las visitas y la presencia policial que desde hace casi una semana rodea un espacio de Chacao. Al lado, una parada de busetas mudadas quién sabe a dónde. De pronto, un larguirucho emerge de entre los acompañantes, seguido por otros cuantos rumbo al local aledaño que sirve shawarmas, en cuyo fondo una pantalla de treinta y dos pulgadas proyecta la imagen del vicepresidente de la República, junto a una retahíla de caras largas. La tensión que ha recorrido el día está por estallar al doblar la esquina. Una hermosa chica interroga a la encargada de un quiosco y su réplica la hace voltearse con un rictus de dolor. A lo largo de la acera, una tras otra las personas me rozan, se enteran y sus gritos se confunden con 1) loas a la memoria de un gran hombre, 2) el alivio por la salida de un dictador, 3) ansiedad por mocosos que se escabullen. Todos hablan a los celulares, excepto yo. Me cuentan que esta tarde la lluvia y las guacamayas hicieron una visita inusual a Fuerte Tiuna. Mientras, a toda máquina, los manifestantes añoran las veladas en las carpas marca Coleman que dentro de unos minutos serán arrasadas por el fuego. Una joven madre debe atravesar el tumulto que puja por escapar cuando las preguntas dejaron de bastarse por sí solas. Al sugerirle desviar el cochecito, ella declina con la tranquilidad de los ámbitos que resuenan en oídos abandonados. Solo atina a decir: “Vivo justo al frente”.  



4 comentarios:

  1. bellamente expresado, José Manuel Guilarte. Parece que el tiempo se hubiera congelado y que construyeras una instantánea de un momento crucial de nuestra historia, vivido desde la anónima tensión de la calle.

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  2. Me gusta esta fotografia verbal que has hecho para capturar el momento crucial en que el pueblo se entera de la muerte del dictador.

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