miércoles, 27 de octubre de 2010

El corrector y sus pruebas


Hace unos cuantos años, encargado como estaba de corregir la revista Sartenejas –uno de los buenos intentos surgidos de la otrora Dirección de Extensión Universitaria de la USB–, me tocó reunirme con un grupo de diagramadores en su oficina de Boleíta para discutir la pauta editorial. Luego de presentarnos, gracias a los oficios del insigne ilustrador René Croes, los amigos adquirieron la confianza suficiente en el transcurso de la jornada para confesarme la inquietud que los carcomía, desde que me vieron cruzar el umbral del estudio de diseño: “Cuando nos hablaron del corrector que venía en camino, nos imaginábamos un viejito español”. Una mezcla de halago e ironía para un bisoño y prometedor oficiante de las letras que se abría paso, además, entre prejuicios y lugares comunes como el que asocia el cuidado gramatical con los humores de otoño. Nada más alejado de la verdad, en este milenio de correctores jóvenes y cultos, formados en las aulas universitarias y versados en literatura y Google. Hoy, 27 de octubre, celebramos este oficio con aires de cenáculo, como un homenaje a Erasmo de Rotterdam -quien aparte de su impronta humanista está considerado el primer revisor de originales, labor que desarrolló en una imprenta de Venecia- y al control de calidad editorial. Mi tributo se extiende a profesionales de mucho vuelo y brillo, con quienes he compartido más de veinte años de vivencias diseminadas en las huellas de Jorge Gómez Jiménez, Wilfredo Cabrera, Arturo Marcano, César Russian, Rafael Pérez, Evelyn Castro, Elizabeth Rastvorov y Maribel Espinoza, entre muchos otros. En algunos lados del mundo habrá caza masiva de gazapos y colocación de acentos perdidos en vallas y anuncios públicos (hasta hace poco, durante mucho tiempo una tilde fue la gran ausente en la titulación de la estación del metro en Chacaíto), aunque en verdad preferiría abogar por una mayor conciencia lingüística, traducida en lectores más críticos y orgullosos de la lengua en que nos expresamos.

Imagen: Erasmo de Rotterdam, retratado por Hans Holbein el Joven en 1523.

6 comentarios:

  1. Pana, qué bueno. Gracias por la mención y cuando puedas salúdame al Wil. ¿Qué será de la vida de Arturo?

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  2. Según el colega Rafael Pérez, ahí sigue, en El Universal.

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  3. Feliz día nuestro, entonces.
    Gracias José Manuel.

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  4. Soy Rafael Pérez, pero mi hijo dejó su correo abierto y por eso salió como Irving.

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  5. también a la discretísima Teresa Casique (Dios...¿Lo habré escrito bien? )

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  6. Eso es muy cierto, Reyna. Y sí, está bien escrito.

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